Llegando ya a mi sexto Inktober decidí hacer algo diferente. Por primera vez haría una colaboración con alguien, con Cristina, que casi por error me contó una historia que le vino a la cabeza tras ver un gato enfermo y acabó convirtiéndose en esto. Nada más escucharla sabía que de ahí podía salir algo y la «obligué» a que la desarrollara un poco más para luego adaptarla en 31 viñetas, una por día.

El reto fue considerable porque decidimos que sería una historia sin diálogos y toda la trama y detalles se tendrían que explicar visualmente. La verdad, no sé si lo logré, pero quedé contento con el resultado.

Esta es la primera parte, la que publiqué en redes sociales. La segunda, en forma de cómic tradicional, llegará en una fecha todavía por determinar.