
De un tiempo a esta parte ha habido una figura pública cuya imagen ha cambiado muchísimo, y para bien. O debería decir: a mejor. Según se mire. Voy a tratar de explicarme, porque de momento vamos regular. Y todo esto empieza con mi tierna infancia, donde un imberbe servidor de apenas 6-7 años descubría en pantalla alguien que se convertiría en su diosa: Pamela Anderson. Antes que cualquier otra, virtual, dibujada o real, la primera musa que tuve fue Pam al verla como C.J. en ‘Los vigilantes de la playa’ (que por cierto, de niño me parecía rarísimo que la llamaran «cejota» cuando precisamente tenía las cejas finas). Era puro amor, sin más.
Pero a medida que crecía y exploraba mi cuerpo, por decirlo de una forma suave, ella se convirtió en icono sexual y fue el motivo por el que desde entonces me obsesionan las rubias y, por qué no decirlo, las tetacas. ¡Las cosas claras! Obviamente, en la era pre-internet la única forma que conocía para ver fotos de ella era comprando revistas adultas y como nunca me dio vergüenza entrar a los quioscos y comprarlas, tenía una colección considerable. Y ya que estaba, mis amigos me daban dinero para que les comprara algunas porque a ellos les daba vergüenza y me quedaba el cambio, pero eso es un tema para otro día. Lo sorprendente es que esas revistas las guardo a día de hoy y siguen impolutas, ni una sola página pegada o acartonada.
Una vez llegada la edad más adulta y gracias a tener acceso a internet en casa, pude empezar a descargar… imágenes sin parar. Ya no hacía falta el texto, ahí estaban las fotos en altísima resolución y vibrantes colores que llegaba incluso a ponerme de fondo de pantalla. Parecerá mentira, pero ni antes ni entonces sentí ningún tipo de curiosidad por ver su vídeo casero con Tommy Lee y eso sigue así y me enorgullezco de ello. Sin embargo, sí veía otros vídeos de ella, en los que no solo no enseñaba carne, sino que eran entrevistas. Me interesaba saber de qué hablaría y qué cosas diría. Y fue escuchándola cuando me di cuenta de algo: Pam no es solo una diva sexual, es una mujer ejemplar en todos y cada uno de sus aspectos.

En muchos titulares de revistas se leía lo de «no soy una rubia tonta» y otras frases que se han oído mil veces, pero mis instintos más primitivos me hacían ir directamente a otra parte de las revistas, con lo que un día pensé: «¿Y si me las leo?» y así lo hice. Con cada entrevista, ya sea porque se mostraba tal y como era sin filtros, por su vulnerabilidad, por tener al mismo tiempo una fuerza sobrehumana con la que ha atravesado los momentos más difíciles imaginables, por ser un ejemplo de decencia y por mil otras cosas, mi respeto hacia ella fue absoluto y total. Pamela me acabó gustando tanto por fuera como por dentro.
Pero no todo el mundo pensaba igual. Desde niño escuchaba siempre las mismas frases una y otra vez, espetadas hacia mí tratando de insultarme por mi gustos: «es una muñeca de plástico», «es pura silicona», «es una rubia idiota», «tiene más silicona que cerebro» y mil y una mierdas que siempre acaban con un «vete a tomar por culo» por mi parte. Pam era un enemigo público para mucha gente a la que su existencia no le afectaba en nada. Por un lado estaban los defensores de la moral y la decencia y por el otro las defensoras de la individualidad femenina y la sororidad cuando les interesa. Nunca me gustaron las sectas ni la gente que me diga qué debo pensar, así que estos dos grupos tenían todo mi rechazo.
Pero… oh sorpresa. Actualmente Pamela está a punto de cumplir 58 años y hace tiempo que dejó de llevar maquillaje porque le da igual lo que opinen de ella y está más cómoda así. Y como todas las decisiones que toma, la aplaudo y me alegra si a ella le hace feliz. ¿Pero sabéis quién se alegra también ahora? Exacto. Los defensores de la moral y las de la sororidad. Ahora resulta que es un ejemplo, que es toda una luchadora, que vivan las mujeres naturales, que está envejeciendo estupendamente, que hay que apoyar más a las mujeres así de la gente que las critica. Y mi pregunta es: ¿No fuisteis vosotros, atajo de hijos de puta e hipócritas de mierda, los primeros en saltar sobre el cuello de ella cuando hacía lo que quería, porque quería y como quería? ¿Por qué ahora ese cambio de opinión súbito, porque está de moda pensar así? ¿Porque os sentís culpables de haber sido la bazofia humana que en su día le escupía en la cara y la arrastraba por el suelo a la mínima oportunidad que tenía? Dais asco.
Pamela siempre ha sido la misma persona y quien la «defienda» ahora porque está de moda no es en nada diferente a los paparazzis que violaban su privacidad o los medios que escribían artículos con mentiras para ensuciar su imagen. Pam siempre tuvo razón.