No sabía ni dónde, ni cómo hacerlo, pero será aquí. En alguna parte me tenía que despedir de Mario.
Hace años, ya no recuerdo ni cuántos (¿5, 6, 7?) se cruzó en mi camino virtual alguien llamado Mario. Una persona extremadamente tímida, pero al mismo tiempo muy explosiva y espontánea, con una calidad humana y un corazón que no le cabían en el pecho. Al principio hablábamos de videojuegos, ya que nos conocimos mediante el blog en el que colaboro (el de Topofarmer), pero con el tiempo fuimos entablando amistad y contándonos cosas más personales.
Me contaba por todo lo que pasó a raíz de enfermedades de tipo psicológico y cómo, aunque lo intentara, no podía deshacerse de todas esas nubes negras que tenía dentro de la cabeza, a lo que le respondí con lo único que yo sé hacer en casos así, que es dibujar. Curiosamente, él también lo hacía y me enseñó algunos de los que hizo, donde se veía que no era alguien que pasaba por una mala racha sin más. Había algo profundo ahí.
Con el tiempo yo seguí a lo mío, dibujando y canalizando mis problemas a través de historietas, creando así Eldurheim. Lo que en la superficie es una aventura de fantasía, para mí era representar cómo salí del pozo de mierda en el que llevaba metido años. Se lo dije a él antes que a nadie más y le conté muchos detalles que nadie más sabe acerca de las andaduras de Dögun y Niður. Le hizo mucha ilusión ver cómo de esa manera yo lograba ir dando pasitos para mejorar poco a poco y a mí me encantaba ver lo alegre que se ponía cada vez que le enseñaba un proyecto nuevo o detallitos sobre las aventuras que estaban por venir.
En gran parte, que yo tuviera las ganas para seguir dibujando unas páginas que luego apenas iban a ser leídas era porque sabía que una de las personas que lo haría era Mario y su energía ya valía por decenas. En aquella época publicaba mis cómics en Facebook y cada vez que lo hacía, estaba esperando a que él empezar a leerlo, porque sabía que en casi cada página iba a comentar algo y podía seguirle prácticamente en tiempo real. Cada página tenía algo que le parecía digno de comentar y eso, como dibujante, se agradece.
Hace unos días le pasé por privado un par de viñetas nuevas de Eldurheim #4 para que viera lo que estaba por venir. Y, de nuevo, sus reacciones fueron tan exageradas que me hacía gracia a la vez que me daba ganas de continuar dibujando, pensando en qué diría cuando viera tal o cuál página.
Pero por desgracia eso ya no va a pasar. Ayer mismo Mario decidió quitarse la vida y yo me he quedado helado y roto. No sé cómo afrontar una situación así, más que dejándome las manos en cada nueva página y hacer algo que a él le hubiera gustado leer. Me duele en el alma no haber podido conocerle nunca en persona, a pesar de habérselo dicho varias veces, pero su timidez le podía.
En cualquier caso, Eldurheim #4 será el cómic de Mario, porque él me animó como nadie a seguir con ello y haría lo mismo de estar aquí.
Adiós, Mario.
PD: Si conocéis casos de gente con problemas así, cuidadlos. Recordadles que les queréis, que a pesar de cómo se vean ellos y lo que crean que los demás piensan, vosotros les apreciáis y que sepan que pueden contar con vosotros.
Jaime
Ion Harker
maquinangel