(¡Y Yoko Ono!)

Si preguntáis a cualquier fan de Metallica cuáles son sus cinco canciones favoritas del grupo, hay un porcentaje muy cercano al 100% de que incluya alguna de las ocho canciones que forman parte de esa obra maestra atemporal que es ‘Master Of Puppets’. Sus dos primeros álbumes fueron un trallazo directo a la industria musical, con una velocidad endiablada y unos riffs que te quemaban la cara, pero sin dejar de explorar composiciones más propias de la música clásica o hasta incluyendo pasajes con toques muy progresivos que llegaron a su cenit en ‘…And Justice For All’. Ambos llevan más de 1.100 millones de reproducciones en Spotify cada uno y casi 16 millones de copias vendidas entre los dos. Está claro que son dos obras increíblemente exitosas. Pero eso no siempre fue así.

Hace poco me dio por ver una entrevista de 1986 a James Hetfield y a Cliff Burton durante la gira americana con Ozzy, con ‘Master of Puppets’ recién publicado, y les preguntaban: «¿Qué opináis de la gente que dice que os habéis vendido porque ahora estáis con una discográfica grande?». Y me quedé de piedra. ¿Quién, en su sano juicio, diría algo así sobre ese disco? De principio a fin es un colección de maravillas musicales (bueno, quizá ‘The Thing That Should Not Be’ un poco menos, lo siento pero nunca he podido con ella) que habiendo pasado casi 40 años desde su lanzamiento, sigue siendo un pilar fundamental del metal. No hay músico contemporáneo del género que no haya sido influenciado por esa obra o que, por lo menos, la respete como la pieza imprescindible en su ámbito. Y la respuesta me vino a la cabeza bien rápida: los putos fanboys. Esos son los primeros en echar mierda sobre algo y criticarlo de cara a la galería, pero también los primeros en hacerse pajas de sangre a puerta cerrada.

Y es que los fanboys siempre han estado muy cerca de los haters. Son los que se creen en posesión de la verdad y a la mínima que algo cambie ya lo criticaran con más dureza que nadie. Del primer disco, ‘Kill ‘Em All’, no pueden echar mucha mierda porque no había nada con qué compararlo, pero en cuanto salió «Ride The Lightning»… ahí ya se acabó todo. Incluyeron ‘Fade To Black’ y los acusaron de vendidos por grabar una balada (que ahora todo el reputísimo mundo adora y considera una de las mejores canciones de la banda). Luego pasó lo de «Master of Puppets» con una discográfica multinacional. Después, con «…And Justice For All» por fin se decidieron a sacar un videoclip y eso los convirtió en unos vendidos a la Mtv. No olvidemos que el tema en cuestión es ‘One’, otra obra maestra que además tenía un vídeo completamente diferente a lo visto hasta entonces en grupos de rock y metal (simplemente cuatro tíos de negro tocando a toda hostia mientras de fondo se veían clips de «Johnny cogió su fusil» como alegato contra la guerra, en contrapartida a los vídeos con fulanos en lycra de colorines y fulanas enseñando cacha). Y, por supuesto, la historia se repitió de nuevo con ‘el álbum negro’, que bajó la intensidad y la velocidad con lo que para muchos se comercializaron al extremo (y actualmente a esos mismos se les hace le culo agua cuando tocan cualquier tema de ese disco). ¿Qué decir de «Load» y «Reload» que no se haya dicho ya? Se cortaron el pelo (¡¡pecado capital para el buen jebilongo!!), se dejaron influenciar ampliamente por sonidos más cercanos al blues y eso les costó ser los parias del metal. Que luego esa misma gente se la pele a dos manos cuando tocan ‘Bleeding Me’, ‘The Outlaw Torn’ o ‘Fixxxer’ ya tal. Y mejor no entrar en lo que supuso «St. Anger», porque viendo las reacciones del público dos décadas después cuando tocan canciones de ese disco, no parece que se correspondan mucho a las críticas brutales de su día.

El fanboyismo desmesurado es algo que los que nos gustan los videojuegos conocemos de primera mano, en muchas ocasiones porque hemos estado ahí, donde me incluyo. Como tantos otros, tuve mi época de defender a muerte «mi consola», como si me fuera la vida en ello, especialmente durante la etapa inicial de Wii y de Wii U, cuando esta era la mofa de toda la comunidad. Y no sin razón. Hacía puñitos, insultaba a quien la criticara y me frustraba, pero luego se me olvidaba lo más importante: jugar. Parecía que iba a heredar la compañía y ahí estaba, defendiéndola a capa y espada cuando Nintendo nunca se ha caracterizado por cuidar de sus usuarios precisamente. Ni en momentos de bonanza (¿para qué, si ya les va bien?) ni en los de vacas flacas (¿para qué, si ya no van a remontar?).

Con el tiempo esa actitud se iba relajando y llegó un punto en el que me la sudaba lo que dijera cualquier fulano de internet. Me compraba la consola que fuera y los juegos que me apetecían y los disfrutaba, teniendo debajo de la tele una Xbox One, una PlayStation 4 y una Switch, una tras otra y no explotó el mundo. Y cuando tienes la suerte de poder tener las tres consolas, es cuando te paras a mirar a los fanboys y piensas «a ver si solo van a ser una panda de acomplejados de mierda que intentan justificar su compra porque no se sienten convencidos de ella». Y parándome a pensarlo un poco, sí que podía ser la sensación que tenía con Wii U, la de una consola que en un principio salió cara y necesitaba a toda costa defender su compra frente a gente anónima. Al final de su ciclo creo que fue una plataforma que me dio una cantidad de juegazos considerable y algunas joyas espectaculares, pero eso es otro tema.

Lo malo es que por más que uno pueda reconducirse hasta cierto modo y te la acaben soplando lo que digan cuatro imbéciles en redes, siempre habrá alguien que estará ahí preparado para sacar tajada de ello. Porque los fanboys, de por sí, son una mierda pinchada en un palo, pero sus líderes… eso son los peligrosos. Y siguiendo con los juegines, cuando se mencionan las palabras «tóxico» y «fanboy» a todo el mundo le viene a la cabeza la cara del mismo tipo, un ser absolutamente deplorable, peligroso y repulsivo que ha hecho una carrera a base de manipular a gente que es todavía más retrasada que él. Cuando se habla de políticos se suele decir que los líderes son los que representan a la gente, son la cara del votante medio, aunque la mayoría son más estúpidos. Es lógico, alguien que sepa sumar y leer medianamente bien no querría que le representara un analfabeto mongólico como aquel misterioso M. Rajoy o un inútil de la talla de PDR. Pues imaginad la clase de infraseres que pueden tener como líder de opinión a un mendigo mental que se pasó años cagándose en Nintendo (durante la época de Wii U, oh casualidad) y en cuanto vio que la Gran N remontaba y volvía a ganar seguidores, dio un giro y empezó a lamerle el culo hasta niveles absurdos, llegando incluso a contradecirse y alabando juegos que en su día ejemplificaba como la mayor basura y que nadie normal compraría. Pero claro, la gente ve su contenido y con ello llegan ingresos, así que dirá lo que haga falta por tal de seguir creando bilis y reacciones que le beneficien económicamente.

Y por último pero no por ello menos patético, tenemos a los fanboys de Zack Snyder. Y quiero recalcar que estoy usando la palabra fanboy. Porque si hasta ahora no ha quedado claro, hay una diferencia considerable entre ser un fan y un fanboy, algo que se ha notado más que nunca con la deriva que tomaron las películas basadas en personajes de DC Comics (porque llamar a eso loquesea-verso es incorrecto, ya que cada una va por su cuenta). Ya no entraré ni a comentar #LaMovida con el #ReleaseTheSnyderCut o con #RestoreTheSnyderverse, que da para una entrada propia, sino con lo que pasó después de todo eso, cuando Warner decidió darle la patada en el culo al bueno de Zack y meter savia nueva a hacerse cargo de este desaguisado, como si se pudiera salvar. Ni más ni menos que James Gunn se convirtió en el encargado de tener que revivir al cadáver en cuestión. Por una parte me supo mal por Snyder, porque aunque creo que da una de cal y una de arena, no me parece que su visión fuera mala y de hecho opino que iba bastante en consonancia con la línea más seria y oscura de DC, pero estaba claro que la mayoría de gente no opinaba lo mismo y al final los billetes mandan. Y más importante, aquí ya no se iba a poder quitar las malas hierbas o podar cuatro ramas para hacer un injerto, aquí alguien tenía que plantarse (nunca mejor dicho), dinamitar el jardín entero y reconstruirlo de cero.

Y ahí es donde el colega Gunn entra en acción. Y, al mismo tiempo, cuando los fanboys saltaron a su yugular. Amenazas de muerte, acoso en redes, advirtiendo a Warner de que harían campaña para sabotear sus pelis, etc. etc. ¿Cuán hijo de puta y miserable tienes que ser para preferir que no se hagan más pelis de Batman, Superman o Wonder Woman a que se hagan fuera del universo de tu ídolo? Eso es ser un fanboy vergonzoso y hacerle un flaco favor a la persona que crees que defiendes, porque estoy seguro que el propio Snyder no está favor de boicotear ninguna peli. He llegado ver a gente (adultos, que no son criajos de 15, 20, 25… ni 30… y seguramente más de 40 años…) al borde de las lágrimas porque Gunn va a reiniciarlo todo, como si con ello dejaran de existir las pelis de su mesías. ¡Que sólo es James Gunn, joder, no Thanos! Es un señor muy friki, pero no hará desaparecer la obra de Snyder.

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